14 de marzo de 2019

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Luiz Inácio “Lula” da Silva
Como migrante, trabajador, líder sindical y visionario político, Luiz Inácio Lula da Silva ha pasado su vida luchando por la democracia y por los derechos de los trabajadores y las comunidades excluidas en Brasil. Como presidente, entre 2003 y 2010, Lula rescató a millones de personas de la pobreza y amplió el acceso a la educación superior y a la vivienda a los ciudadanos de bajos recursos. Se convirtió en un líder respetado en todo el mundo por aquellos que creen que una economía global sostenible depende de una distribución más amplia de la prosperidad. Por estos motivos, la AFL-CIO honra a Luiz Inácio Lula da Silva con su premio anual de derechos humanos George Meany – Lane Kirkland.

En su compromiso por ampliar lo más posible el acceso a los derechos básicos y a una vida decente, Lula ha sido fiel a sus orígenes en el carente Nordeste brasileño, donde vivió antes de migrar a São Paulo con su madre y sus siete hermanos y hermanas. Como dirigente de un importante sindicato metalúrgico a fines de los años 70, lideró a los trabajadores que enfrentaban la dictadura en el país para democratizar los lugares de trabajo y los sindicatos. Lula fue un personaje crucial en la amplia alianza de movimientos sociales de masas, artistas e intelectuales, mujeres y hombres, y brasileños de todas las razas, que restableció la democracia en Brasil en 1985.

En aquella joven democracia, Lula luchó sin descanso por ampliar el acceso a la igualdad de derechos y a una vida decente para el pueblo brasileño. Durante su presidencia, todos los brasileños prosperaron. Pero desde 2015, quienes se oponían a este progreso se aprovecharon de la recesión económica, del resentimiento de la élite por haber perdido el control y de los prejuicios contra muchos de sus ciudadanos para arrastrar al país hacia atrás, congelando el gasto público en educación y salud durante veinte años, minando los derechos laborales, revirtiendo los avances en materia de igualdad racial y de género, poniendo en peligro a la selva amazónica y a los pueblos indígenas y sembrando el odio y el miedo mediante sus discursos y acciones.

Esta élite privilegiada minó las frágiles instituciones democráticas brasileñas, especialmente el poder judicial, y tomó medidas extraordinarias e ilegales para impedir que Lula se presentara como candidato en las elecciones presidenciales de octubre de 2018, cuando las encuestas lo señalaban como vencedor. Desde el 7 de abril de 2018, Lula es un preso político, condenado por “actos de oficio indeterminados”, y lo único que se presenta en contra suya son datos procedentes de delaciones premiadas, sin pruebas. Contrariamente a lo que se estipula en la constitución brasileña, Lula sigue preso mientras aún se examinan los recursos, se le ha prohibido recibir visitantes y se le impidió presentarse en el funeral de su hermano, pese a que Brasil permite este tipo de salidas a miles de presos todos los meses. De hecho, cuando estuvo preso durante la dictadura, en los años 70, por su activismo político, Lula tuvo un mayor acceso a sus derechos que en el Brasil actual.

El delito de Lula fue tener la audacia de sacar a más de 30 millones de personas de la pobreza y desafiar los privilegios de la poderosa élite que desde hace mucho actúa como si fuera dueña de Brasil. Durante este período difícil, el mensaje de Lula y del amplio movimiento social que él y sus aliados han construido sigue estando claro: la lucha continúa.

La AFL-CIO se suma al Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en el pedido de que se restauren los derechos políticos plenos de Lula y se une al movimiento laboral global en la exigencia de que le absuelva de inmediato y se le libere de una persecución política profundamente injusta.

Lula y los vibrantes movimientos sociales brasileños siguen siendo actores reales en la lucha diaria por la justicia social en Brasil, así como símbolos de nuestra esperanza compartida por una vuelta de la democracia en muchos países que actualmente pasan por períodos sombríos de aumento de la desigualdad y odio contra los migrantes, trabajadores, líderes y visionarios comprometidos con la justicia social.

La AFL-CIO reconoce las décadas de lucha de Lula por el avance de los derechos de los trabajadores y el fortalecimiento de la democracia brasileña, así como su lucha por una mayor igualdad y justicia en el mundo. Las mujeres y hombres de la AFL-CIO otorgamos este premio a Lula y prometemos mantenernos solidarios en la lucha por la justicia y la democracia en Brasil y en el mundo.

 

AFL-CIO | Traducción: Colectivo Regina de Sena México-Brasil contra el golpe