25 de febrero de 2019

Ler em português | Read in English

En la pasada semana estuve en Europa, conversando con liderazgos políticos en Bruselas, donde está el Parlamento Europeo, y en España, que en abril va a convocar elecciones para presidente y parlamento, y donde hubo la Conferencia del Partido Socialista Europeo. Conversé con lideres políticos y brasileños que viven en el exterior sobre Democracia, derechos de las mujeres, de minorías y trabajadores en un mundo en el que elecciones son más y más amenazadas por movimientos de extrema derecha que propagan mentiras y odio en esquemas millonarios de fraudes en las redes sociales. Las similitudes con lo que pasa en Brasil no son casualidades.

En charlas con políticos extranjeros hay siempre tres sentimientos: asombro y preocupación con los rumbos de nuestro país, y solidaridad con nuestro pueblo y con el presidente Lula.

En reuniones con grupos de izquierda y social demócratas en el Parlamento Europeo, sus representantes expresaron indignación con el arresto de Lula en un proceso injusto, por “actos indeterminados”, inexistentes. Hoy está mas claro en Europa la persecución política al ex presidente como parte de un Golpe de Estado que empezó con la destitución de Dilma Rousseff y que tenia la intención de impedir Lula de disputar las elecciones para que implantaran un programa reaccionario de reducción de derechos sociales y laborales. Esta claridad viene de las visitas a Brasil de diputados como Francisco Assis, del Partido Socialista de Portugal, Miguel Urbán, de Podemos en España y Roberto Gualtieri, del Partido Democrático de Italia, además de la lectura de las sentencias de Sérgio Moro, sin pruebas y sin crimen y de artículos de renombre internacional, como el italiano Luigi Ferrajoli. La ascensión al poder de Moro como ministro de Jair Bolsonaro acabó de abrir de par en par su parcialidad y uso político del proceso contra Lula de manera inaceptable en todo país que aprecie la independencia del poder judiciario y soberanía popular.

Electo por cuenta de una trampa contra Lula, y un esquema de financiación irregular de fake news por whatsapp contra Fernando Haddad, Bolsonaro causa asombro en el exterior, por el hecho de que es una persona tan poco preparada para ser presidente, con discurso autoritario y anticuado, ministros polémicos, y ataques sistemáticos a los derechos sociales, derechos humanos, a movimientos sociales, a las mujeres y pueblos indígenas. Afuera de Brasil, los liderazgos están sorprendidos con la disposición de Bolsonaro de rechazar la ciencia y atacar el medio ambiente, dañando el futuro de las próximas generaciones, tema que moviliza más y más los europeos. Hoy crecen en Bélgica, Suecia e Inglaterra huelgas estudiantiles, con suspensión de un día, encabezadas por adolescentes que exigen que los políticos actúen ya, ahora, en la protección del medio ambiente, para que no sufran las consecuencias del descaso ambiental.

También saben quién fue Marielle Franco y cobran justicia para un crimen cuyos presuntos tienen relación próxima con la familia del presidente Bolsonaro.

Brasil, que en la época de Lula era ejemplo admirable de Democracia, estabilidad y avanzo de la clase obrera, que caminaba para que los trabajadores tuvieran condiciones sociales y de vida mas próxima de Europa, hoy es un país sin ninguna credibilidad, donde la pobreza crece otra vez y las jubilaciones son amenazadas por una Reforma de la Seguridad Social salvaje, que irá tirar sus ancianos a la miseria. Un país sin política externa independiente, sumiso a los deseos de Estados Unidos de Trump, un gobierno inestable y agresivo que fomenta líderes de extrema derecha y autoritarios por el mundo.

Donde antes había una América del Sur de paz, hoy hay el riesgo de un conflicto militar en Venezuela para saciar el deseo del gobierno Trump por guerra y petroleo.

Hay atención y solidaridad del mundo con la lucha social de los trabajadores y del pueblo de nuestro país. Dicha solidaridad fue importante en el pasado, en la dictadura militar, y vuelve a ser importante ahora. Hay interés en ampliar el acompañamiento de las cuestiones democráticas, de los derechos sociales y del medio ambiente, en la defensa de valores comunes entre Brasil y Europa.

Es importante saber que la lucha democrática de nuestro país tiene la atención internacional y es parte importante de una lucha mayor en el mundo contra el odio y la intolerancia en la política. Es necesario vencer las fuerzas del retroceso para que construyamos un futuro sostenible, con menos desigualdad social, y evitar en todo el planeta el “museo de grandes novedades” del fascismo, de la intolerancia y de la guerra.

 

Gleisi Hoffmann es diputada federal (PT-PR) y presidenta nacional del Partido de los Trabajadores | Foto: reproducción instagram | Traducción: Comitê Lula Livre Barcelona