10 de diciembre de 2018

Mis amigos y mis amigas,

Esta es una fecha muy especial para la humanidad. Hace 70 años, consagramos en la ONU una carta de derechos inspirada en la solidaridad, en el respeto al semejante, en el reconocimiento a las diferencias, en el primado del derecho y de la libertad, en la búsqueda de la paz y el entendimiento entre hombres y mujeres y naciones.

Es día de recordar a los héroes de esta lucha en todos los frentes: Martin Luther King, sacrificado por la defensa de los derechos civiles; Nelson Mandela, que vivió 27 años encarcelado por el régimen del Apartheid; Mahatma Gandhi, que aún antes de la carta de los Derechos Humanos hizo de la no violencia la más fuerte resistencia al régimen colonial, y tantos otros que luchan en el cotidiano por un mundo mejor.

Aquí en Brasil, tuvimos la oportunidad de poner en práctica muchos de los preceptos de la carta, como la libertad de organización y de expresión, el fin de la censura, el reconocimiento de los derechos de las mujeres, de las personas LGBT. Comenzamos a rescatar la deuda secular con los negros y los indígenas. Y condenamos firmemente la tortura.

Es muy triste, para mí, saber que en esta fecha tenemos que homenajear a dos nuevos mártires de la lucha por los derechos: los compañeros José Bernardo da Silva (Orlando) y Rodrigo Celestino, del MST, asesinados este fin de semana en el campamento Don José María Pires, en la Paraíba.

Pido a todos que presten un homenaje a esos héroes del pueblo brasileño y de la lucha por los derechos humanos. En el mismo discurso de odio y violencia que golpeó a Marielle y Anderson, el maestro Moa del Katendê y el joven Charlione Albuquerque, entre tantos otros que fueron y son perseguidos y amenazados.

Estos héroes van a seguir viviendo en nuestra lucha. En nombre de ellos vamos a defender las conquistas de nuestro pueblo, por el derecho a la vida en su plenitud, contra la intolerancia, el prejuicio y el albedrío.

Ocho meses atrás estaba allí en el Sindicato de los Metalúrgicos, rodeado por el cariño y solidaridad de miles de compañeros y compañeras que no se conformaban con mi arresto arbitraria e injusta. Quiero decir que sigo con ustedes y todos los días pienso en el futuro de nuestro pueblo.

Brasil y el mundo saben que los fiscales de Lava Jato, Sergio Moro y el TRF-4 armaron una farsa judicial para impedir que yo fuera elegido presidente una vez más, como era la voluntad de la mayoría de los votantes. He sido condenado por “actos de oficio indeterminados”, es decir: por nada. No presentaron una prueba contra mí y despreciaron todas las pruebas de mi inocencia.

Hoy estoy seguro de que tengo el sueño más leve y la conciencia más tranquila que los que me condenaron. No quiero favores; quiero simplemente justicia. No cambio mi dignidad por mi liberación.

Agradezco profundamente la solidaridad que recibo todos los días, de personas de Brasil y de otros países. Agradezco a los compañeros de la vigilia Lula Libre, a los que envían cartas o me visitan en Curitiba, a los que hacen manifestaciones, redactan peticiones, actúan en las redes sociales exigiendo el juicio justo al que tengo derecho.

Soy consciente de que, incluso en las condiciones difíciles que estamos viviendo, no sólo en Brasil, sino en muchos países, la lucha por la efectividad de los derechos humanos va a seguir adelante. Todavía vamos a construir un mundo de paz y fraternidad, donde todos y todas, sin excepción tengan derecho a una vida digna.

Hasta el día de nuestro reencuentro, un abrazo del compañero


Luiz Inácio Lula da Silva
Brasil, 10 de diciembre de 2018

lula.com.br