28 de junio de 2018

La Justicia brasileña no dio una sola señal positiva para el expresidente Lula da Silva desde que entró en prisión, el 7 de abril pasado. Pero Celso Amorim, que fue su canciller durante los ocho años de mandato, ve el futuro con optimismo y cree que el candidato preferido por los votantes, según los sondeos preelectorales , podrá finalmente volver a ocupar el Palacio del Planalto luego de los comicios de octubre.

“No va a ser fácil. Pero cuando uno tiene enfrente una pared y ve una pequeña grieta por donde entra un rayo de luz, puede tener esperanza”, dijo Amorim.

De visita en Buenos Aires como coordinador internacional del comité Lula Presidente, Amorim dialogó con LA NACION sobre las posibilidades electorales del líder metalúrgico y la crisis política que atraviesa Brasil .

Definido en su momento por una prestigiosa revista diplomática norteamericana como “el mejor canciller del mundo”, Amorim también planteó las alternativas que tiene la región para abordar la situación venezolana.

¿Por qué el Partido de los Trabajadores (PT) insiste en la candidatura de Lula cuando desde el punto de vista legal ya parece un callejón sin salida?
Yo diría al revés. Lula es la única salida del callejón. Estamos hablando de quien fue consagrado el mejor presidente de la historia de Brasil y que sigue siendo el preferido en todas las encuestas. Abandonar su candidatura por un oportunismo electoral sería éticamente discutible y un gran error político.

¿Pero cómo superar la barrera que puso el propio Lula con su ley de “ficha limpia”, que impide postularse a personas que fueron condenadas en dos instancias?
En cuestiones jurídicas siempre existen muchos grises. Hay antecedentes de personas que estaban en situación similar, con dos condenas firmes, como José Dirceu, que finalmente fue liberado esta semana. Y el derecho constitucional a ser elegido no puede ser suprimido por una ley ordinaria como la de ficha limpia.

¿De todas maneras la Justicia no dio hasta ahora ninguna muestra favorable hacia Lula?
Pero yo soy optimista, siempre lo fui. Percibo un cambio de humor de la clase dirigente en Brasil que se está dando cuenta de que tener a Lula en prisión es algo que afecta la imagen del país. Además, Brasil necesita hoy alguien capaz de gobernar y de traer la pacificación. Hace poco vimos que el paro de los camioneros casi hizo detonar las instituciones. La gente sabe que en la época de Lula el país creció y había un ambiente de conciliación nacional.

Usted habla como si la popularidad de Lula debiera ser tenida en cuenta para aliviar su situación legal…
Es que el tema legal ha sido politizado. Se creó un clima de que había una gran corrupción y de que Lula era el culpable. Pero de eso no se probó nada. Ese departamento de Guarujá por el que está condenado no lo compró, nunca fue de él y tengo mis serias dudas de que alguna vez hubiera tenido intención de comprarlo porque no le gusta vivir en esos barrios de una clase media que sueña con vivir en Miami. Hay un dicho latino que también puede ser tenido en cuenta, summum ius summa iniuria. La aplicación de la ley al extremo lleva a la máxima injusticia.

¿Cómo ve una postulación al estilo “Cámpora al gobierno, Perón al poder”, un candidato de transición del PT para que finalmente asuma Lula?
En este momento Lula sigue siendo la única candidatura posible para el PT. Cualquier otra fórmula nos debilita como partido. Eso no quiere decir que, si en el último momento no hay otra alternativa, no podamos tomar otra opción. Pero ahora trabajamos por Lula libre, Lula inocente, Lula presidente.

¿Y cómo afecta a Brasil el giro de tantos países de la región hacia la derecha?
El avance conservador es una ola que no se puede explicar solamente por los factores internos de cada país, sino por una dimensión internacional económica y política que ve como una amenaza cualquier intento diferente en la región. Pero quiero recordarle que en el caso de Brasil Jair Bolsonaro no es precisamente una derecha republicana. Las cosas que dijo a favor de la dictadura y en menosprecio de las mujeres no podría haberlas dicho en la Argentina, teniendo en cuenta la fuerza que tienen aquí las mujeres. Lula, en cambio, nunca fue un hombre de odio. Todo lo que Lula hizo y haga por los trabajadores no lo va a hacer utilizando como herramienta la confrontación, sino el diálogo.

Como excanciller, ¿qué piensa que puede hacer la región para ayudar con la crisis de Venezuela?
América Latina puede colaborar con el diálogo, no mediante el aislamiento del gobierno de Nicolás Maduro o las sanciones. Todo eso solo contribuye a radicalizar el proceso interno venezolano. Entonces, yo no puedo decir lo que se debe hacer, pero sí sé lo que no se debe hacer, que es aislar y decir que puede haber una intervención militar, como dijo Donald Trump. Eso no ayuda.

 

Fuente: La Nacion.