Bourdon: “Se está pervirtiendo la lucha anticorrupción para asesinar políticamente a Lula en Brasil”
Abogado francés experto en derechos humanos. De trayectoria marcada por las defensas de Hervé Falciani, Edward Snowden o Julian Assange, “lanzadores de alerta”, los llama en su Breve manual de desobediencia civil. Pero también acusador contra Pinochet y jefes de Estado de Gabón, Congo-Brazaville y Guinea Ecuatorial. Al frente, en su bufete parisino de casos penales, mercantiles y de derecho de comunicación, pero también miembro de Transparencia Internacional y fundador de la Asociación Sherpa para la defensa de víctimas económicas o la PPLAAF, Plataforma de protección de filtradores en África.
Este es el polifacético William Bourdon que acaba de participar, en Madrid, con Felipe González, Baltasar Garzón, Renata Ávila o Celso Amorim, en el seminario internacional Alerta progresista para reforzar la democracia y el orden multipolar, organizado por Common Action Forum y Casa América ante las inminentes elecciones brasileñas (7 y 28 de octubre) en que, tras la inhabilitación del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, lidera ampliamente las encuestas el candidato fascista Jair Bolsonaro.
¿Cuál es su diagnóstico de la democracia en el mundo?
Estamos al borde del abismo porque las fuerzas conservadoras, populistas y neo-fascistas están manos a la obra atacando, devaluando los valores fundacionales de la democracia. Son bomberos pirómanos que mientras dicen querer salvar la Tierra, azuzan las identidades individuales y nacionales frente al multilateralismo. Aprovechan la frustración ciudadana por el deterioro personal y social y la orfandad de la política clásica, impotente. Abonan el miedo al migrante y al terrorismo para ganar elecciones. Y cuando los Trump, Erdogan, y ultraderechistas europeos gobiernan, agrava la crisis por su ideología mortífera. En cualquier momento todo podría oscilar del lado malo a escala mundial. Pero, al tiempo, una miríada de experiencias democratizadoras va surgiendo.
¿Cuáles?
Muchas. Pienso en el movimiento ciudadano que ha parado en Nantes (Francia) la construcción del aeropuerto por causas medioambientales. Aunque, el ministro de Ecología, Nicolas Hulot, ha dimitido por impotencia ante a los lobbies industriales y financieros, cortoplacistas frente a los grandes retos del planeta.
El 15M y los Indignados son de 2011, su libro sobre “lanzadores de alerta”, de 2014 ¿Por qué la política democrática no ha reaccionado?
Hay avances. Algunos por “lanzadores de alerta” poco mediáticos o conocidos, como Hervé Falcianni que permite recuperar dinero defraudado. Otros por la elección de gobernantes como Obama que, con sus sombras, impulsó el Obama care, o por el fin de poder de Zuma en Sudáfrica. Pero el balance es preocupante: líderes como Hollande, de quien fui asesor, decepcionan, la situación en el Oeste y África austral es muy degradada. La China que emerge por el vacío de poder global, no es modelo ni de estado derecho, ni de libertades, ni de responsabilidad medioambiental. Falta coraje, pedagogía y liderazgo democrático porque los partidos son cortoplacistas, cínicos y resultadista que sólo fingen buscar el interés general. Por si fuera poco, ahora afrontamos la instrumentalización espuria de la necesaria lucha anticorrupción.
¿A qué se refiere?
Estos veinte años la ciudadanía ha asistido al escándalo de que la integridad de los dirigentes públicos, sagrada para trabajar por el interés general, se haya pervertido por la corrupción. Que urge erradicarla. Que causa gran desafección. Pues ahora vemos, en China, África y de forma candente, en Brasil, que con la excusa de luchar contra la corrupción se aparta a disidentes y en el caso de Lula, se le asesina políticamente, con su injusta condena a prisión y la prohibición de concurrir a las presidenciales para las que era favorito y cuyas encuestas lidera ahora el fascista Bolsonaro. (Bourdon es, con Noam Chomsky, Celso Amorim, Baltasar Garzón y otros firmantes de este manifiesto al respecto).
¿Es totalmente pesimista?
Tenemos derecho a serlo dadas las circunstancias. Pero, como Gramsci, al pesimismo de la razón, opongo el optimismo de la acción. Participo en este y otros seminarios para, en confluencia con otros, conectar ideas, iniciativas que ya existen, de ciudadanos que ensayan modalidades de vida conjunta, reinventan la democracia. Todo aún demasiado fragmentario, balcanizado.
La socialdemocracia, en Francia, ha caído en la insignificancia, ¿Espera su resurrección, el relevo de la izquierda de Melenchon o el espectro ganador va del centro-derecha de Macron a la extrema derecha?
Yo me siento socialista. Pero hay que reconocer que dirigentes de la izquierda europea no han estado a la altura, con cobardía y mensajes cortoplacistas. Se debe abordar una profunda transformación del modelo económico y la democracia para responder a las necesidades de los ciudadanos. Buscar la mejor conciliación entre mercado y redistribución de la riqueza, lucha contra la injusticia y pobreza. Para lograrlo todos los convencidos son indispensables. La opción de Melenchón, sobre todo frente a la UE, me disgusta.
¿Porque usted es partidario de más integración?
Sí, yo soy profundamente europeo y en esto estoy con Macron: hay que reforzar la Unión, profundizarla. Adherirse a los valores universales del continente tras la II Guerra Mundial. Más Europa para que los ciudadanos tengan la esperanza de protegerse de grandes conflictos y afrontar juntos los problemas económicos. No soporto el giro populista de Melenchon, la fascinación por las tribus nacionalistas. Como tampoco a déspotas como Putin, con su silencio sobre Siria. En la constelación de crisis que sufren los ciudadanos falta un mapa alternativo progresista, liderazgo de dirigentes europeos con un proyecto de refuerzo democrático.
Desobediencia civil
¿Se dan en la UE o países miembros condiciones para la desobediencia civil?
Yo fui del equipo defensor de Falciani ante la Audiencia Nacional, del WikiLeaks de Assange ante tribunales en Luxemburgo y de Snowden. Sus casos son los de personas corrientes que, en situaciones extraordinarias, aceptan riesgos o castigos crueles por defender el interés general. Ahora, en Europa, asistimos al florecimiento de leyes para proteger estas alertas. Si la legislación se consolida se dará la paradoja de que mientras más protegidos estén los denunciantes, menos necesarias serán las denuncias. Aunque alertadores y desobedientes no desaparecerán porque las amenazas tampoco lo harán.
Aquí la desobediencia civil, hoy, es controvertida en el marco del conflicto entre independentismo catalán y estado español. ¿Quién marca cuándo es legítimo saltarse la ley o no? ¿Lo sería en Catalunya?
No me pronunciaré sobre la cuestión catalana pues es compleja y no la domino. Pero los conceptos mueren si se usan demasiado. La desobediencia civil se impone cuando valores universales fundamentales de derechos humanos están en peligro. Arranca de Cicerón al decir que los soldados no deben ser cómplices de barbarie por obedecer a sus mandos. Apelar a la desobediencia civil para todo la empobrecería. Cualquier conflicto político, en un país democrático, con valores e historia comunes, pero también singularidades, se debe encarar con más democracia, más contrapoderes y un federalismo que da al ciudadano capacidad y sensación de participar en el proyecto colectivo.
Snowden, Assange, Falciani pagan altos precios. Hay asesinatos de activistas (Berta Cáceres, Marielle Franco…) y periodistas (Ana Politoskaia, Jan Kuciak, Daphne Caruana…). Se violan derechos de migrantes. ¿Son peldaños hacia el fascismo?
La gran amenaza actual, causa y consecuencia de esta crisis de democracia es la deshumanización rampante. Y algunos dirigentes democráticos, de derecha e izquierda, tienen hondas responsabilidades porque su respuesta al aumento del populismo de extrema derecha es copiarles el discurso y naturalizarlo. Veo a diario como el humanismo y la fraternidad se tachan de naif y ridículos, se deforman como debilidad frente a la migración y complicidad con el terrorismo.
¿Actualizaría la Declaración Universal de Derechos Humanos para proteger a migrantes económicos o medioambientales o ve riesgo de que una reforma hoy acabara eliminando la protección a refugiados?
No hay urgencia en actualizarla pues es muy completa. La paradoja es que nunca el mundo ha tenido tan excelentes instrumentos jurídicos sobre el papel y a la vez tal descaro en su violación. Los campeones en firmar son los más incumplidores. Lo que sí veo, como defensor de acusados en Francia de ayudar migrantes, es un alarmante cambio social ante la migración. Hace quince años no había esta hostilidad social, fruto del debilitamiento de la fraternidad, de la manipulación que muestra a los migrantes como terroristas en potencia o competidores laborales. Quizá debiera emerger un derecho de hospitalidad. Pero los votos que Angela Merckel ha perdido, por acoger refugiados y el ascenso de la ultraderecha alemana dan idea de la complejidad.
¿Teme que pese a la reprobación del Europarlamento, los cambios legislativos de Hungría (un año de prisión por aconsejar a migrantes) abran la senda en Italia, Austria y otros países europeos?
Si existe un arco populista neofascista nauseabundo que justo ahora intenta atravesar Europa. Y, en el colmo, el primer ministro de Israel, Netanyahu, que debería ser el primero en denunciarlo por lo que ellos sufrieron, viene a Polonia apoyar la deriva por su obsesión de hallar socios europeos contra la postura de la UE de pedir dos estados: Israel y Palestina.
Europa, faro en crisis
¿Es acertado o etno-céntrico ver la crisis de democracia y derechos humanos en Europa especialmente grave por su rol de faro?
Tenemos una responsabilidad histórica particular. No se trata de imponer nuestros valores despreciando otras culturas, sino de cohabitar con mestizaje. Pero sí es cierto que hemos sido vanguardia de la universalización de los derechos humanos y convertirnos hoy en territorio de regresión es preocupante para todos. La emergencia neo populista no es exclusiva de Europa. Se da en Asia, en América Latina… Ahí, el populismo de Chaves ha desembocado en millones de personas huyendo desesperadas. Un populismo alimenta al otro. Quienes huyen del populismo venezolano, se topan con el populismo anti-inmigrante de los países con precarizados a los que llegan. Veremos un efecto cascada. Una interacción maligna, como una metástasis, circula por el mundo.
¿Por qué, siendo experto en derechos humanos, defendió a los Gadafi en juicios en Francia?
Podría responder: “Todo el mundo tiene derecho a la defensa”. Pero no vale, porque no todo abogado está obligado a defender a todo el mundo. Fue hace quince años. Me pidieron defender al hijo de Gadafi, no en un tema político, sino privado, una acusación de violencia doméstica. Pero, dada la instrumentalización contra mí que ha facilitado, lamento haberlo aceptado. No preví la campaña de difamación, montajes míos abrazando a un Gadafi que ni conocí, amenazas de muerte que las fuerzas del orden armaron, haciéndome pasar por agente de los servicios libios. Sirvió a los intereses de tres jefes de Estado africanos contra los que yo llevé procesos, Gabón, Congo-Brazaville y Guinea Ecuatorial. He aprendido la lección: ser un abogado comprometido en el debate y la acción pública obliga a ser muy libre y para que mi libertad tenga toda la credibilidad debo extremar la vigilancia de cuanto pueda ser valer para crear noticias falsas.