28 de noviembre de 2019
Photo: Lela Beltrão

Lleva años repitiendo que nunca se retiraría de la política. Y aquí está a los 74 años, tras dos mandatos de presidente, un cáncer y 580 días encarcelado por corrupción, el séptimo hijo de una pareja de agricultores analfabetos, el chaval que tuvo que dejar la escuela aunque era brillante, el metalúrgico que se convirtió en líder sindicalista a golpe de huelga durante la dictadura, el presidente de la República que sacó a millones de la pobreza y colocó a Brasil, por unos años, entre los grandes. Lula da Silva (Caétes, Pernambuco, 1945) detalla a EL PAÍS sus planes de futuro en una de sus primeras entrevistas tras ser excarcelado por decisión del Tribunal Supremo. Veinte días después de salir libre y mientras se juzga uno de sus recursos, recibe a este periódico este miércoles en la sede del Partido de los Trabajadores (PT) en São Paulo porque sigue tan enganchado a la política como siempre aunque inhabilitado para ser candidato. Horas después, un tribunal ha ratificado su segunda condena y ha elevado la pena de 12 a 17 años.

¿Qué es lo que más le ha sorprendido desde que salió de prisión?
Mire, no ha habido mucha cosa inesperada. Lo que más me asusta es percibir que el Gobierno de Bolsonaro consigue ser peor que la visión que tenía cuando estaba encarcelado. Creo que la manera en la que están gobernando es un gran riesgo para Brasil.

El Gobierno está preocupado porque las manifestaciones de la región se contagien a Brasil. Y en ese contexto, el ministro de Economía evocó este lunes un decreto de la dictadura. ¿Usted considera a este Gobierno una amenaza para la democracia?
Creo que en el Gobierno hay personas que no comprenden bien lo que es la democracia. No es un pacto de silencio. Es una sociedad en movimiento que busca consolidar sus conquistas sociales y mejorar la vida de todas las personas que viven en un país. Él [Bolsonaro] no valora la democracia, ni sus hijos, ni su partido. Varias veces han hablado de cerrar el Tribunal Supremo, el Congreso, de restituir el AI5 [el decreto que dio inicio a la peor represión de la dictadura], ya han hecho ni sé cuántos decretos para autorizar [la posesión] de armas. Cree que todo se resuelve con el pueblo armado en las calles, cuando, la verdad, creo que todo se resuelve con más tecnología, más educación y más empleo. Es la segunda vez [que evocan el decreto AI5], la primera fue el hijo del presidente. Es una demostración de que para ellos la democracia no es fundamental. Para ellos, es un estorbo al gobernar, cuando yo creo que Brasil necesita más democracia, más manifestaciones porque eso garantiza la consolidación de las instituciones.

América Latina está muy agitada. ¿Por qué cree usted que no hay protestas en Brasil?
Creo que porque hace muy poco tiempo que Bolsonaro fue elegido presidente de la República, todavía no ha completado el primer año. Y en el primer año de Gobierno el pueblo tiene la expectativa de que ocurrirán cosas buenas, pero lo que ahora sucede es que se agrava el desempleo, la renta disminuye o hay dificultades para comprar lo mínimo para comer, por ejemplo. La carne o el gas de la cocina subieron mucho. Mucha gente está viviendo con poco dinero y el Gobierno no habla de política de desarrollo… Eso va creando insatisfacción y en la medida en que se acumula, ciertamente empezará a haber manifestaciones. El Gobierno tiene que entender que eso es parte de la democracia.

¿Cuál es su estrategia ahora?
Lo primero, continuar la batalla política para probar mi inocencia. Necesito probar que todos los procesos contra mí son falacias, mentiras, invenciones, tanto de los medios como del ministerio público y del juez Moro [que le condenó y hoy es ministro de Justicia]. Lo segundo es ayudar al Partido de los Trabajadores a prepararse para disputar las elecciones de 2020 para las alcaldías y para las presidenciales en 2022.

¿Esa ayuda incluye instar a la izquierda a salir a las calles?
El papel de un expresidente de la República no es estar agitando a la sociedad contra quien gana las elecciones. Una vez, charlando con [Felipe] González y [Bill] Clinton me dijeron que no es buena política quedarse haciendo oposición sistemática o diciendo: ´Fuera el presidente´. Mi papel ahora es demostrarle a la sociedad que solo con mucha democracia, con mucha distribución de renta y creación de empleo se crean las condiciones para que este país crezca. Pero, mire, para la izquierda la calle es una obligación en cualquier país del mundo. Yo nací para la política haciendo huelgas en 1975, 78, 79, 80… hicimos la campaña de las [elecciones directas]. No sé por qué el actual Gobierno tiene miedo del pueblo en la calle. Él mismo [Bolsonaro] apoyó la movilización contra Dilma [Rousseff], contra el PT. Salir a la calle es una demostración de que la sociedad está viva y que no va a permitir que él desmantele Brasil. Solo eso.

Llegó a la presidencia y triunfó siendo un conciliador. ¿Por qué ha elegido ser más combativo?
Cuando quieres gobernar un país tienes que tener en cuenta que la sociedad es heterogénea, tienes ricos, pobres, gente de clase media. Y necesitas gobernar para todos, dando preferencia a cuidar a los que más necesitan. Antes yo era Gobierno, ahora tengo que hacer oposición, mostrando al pueblo los equívocos del actual Gobierno, que hasta ahora no ha mencionado la palabra desarrollo. Lo único que están haciendo es desmontar el patrimonio público. Si Brasil no ha quebrado es por los Gobiernos de Lula y Dilma, por las reservas que dejamos.

Moro es el político más popular de Brasil y usted uno de los más odiados. Usted confía en que se anulen las dos condenas y le levanten la inhabilitación.
Primero, Moro es el juez más mentiroso del país. Construyó su imagen en un pacto con la prensa brasileña. Mi obligación moral es probar que esa gente que podría contribuir a combatir la corrupción es casi una banda de una parte del poder judicial, de una parte de la Fiscalía, utilizando la Lava Jato con objetivos eminentemente políticos.

Ahora mismo tres jueces están juzgando el recurso que usted presentó contra su segunda condena. ¿Teme regresar a prisión?
No temo. Si hay algo que no me asusta son los casos [pendientes].

Pero puede ocurrir.
Mire, yo podría haber huido del país, haber ido a una embajada para no ir preso. Decidí entregarme para probar que tanto el juez Moro como el fiscal Dallagnol mintieron al país sobre mi condena, estoy convencido de mi inocencia. Estoy en Brasil, me voy a quedar y voy a probar que son unos mentirosos.

¿Confía en la justicia?
Estoy obligado a creer que harán justicia conmigo. Por eso recurro a las instancias superiores porque la primera instancia está viciada.

Si logra que anulen sus condenas, ¿se presentará de nuevo a las presidenciales?
No se trata de querer presentarse, ya tengo 74 años. En 2022, tendré 77. No es lo recomendable. Ahora, estoy bien de salud, preparado. La única posibilidad es que se produzca un desastre político, no haya ningún candidato y se necesite a alguien para enfrentar a estos locos que gobiernan Brasil.

De lo que este Gobierno hace y lo que dice, ¿qué es lo que más le preocupa?
La desatención con las cuestiones sociales. No tiene ninguna preocupación con el pueblo desempleado, con los sin techo, con la deforestación, con el medio ambiente, con el petróleo que llega a las playas del nordeste. La sociedad brasileña necesita libros y empleos, él (Bolsonaro) quiere darles armas. Brasil no tiene contenciosos con nadie, él quiere tener contenciosos y someterse de la manera más vergonzosa posible a los americanos, cosa que Brasil no hizo nunca. Se cree que todavía es un vecino de a pie en una urbanización de milicianos (bandas criminales de expolicías) en Río.

¿Cómo cree que él terminará el mandato?
No lo sé, espero que lo acabe cuidando de los brasileños.

Parte de la riqueza de Brasil durante las presidencias del PT derivó del boom de las materias primas, que se ha acabado.
Eso es una verdad a medias. Lo que nosotros logramos es que el resultado del crecimiento económico brasileño fuese distribuido de manera más justa. Fue con nosotros cuando por primera vez el 20% más pobre mejoró más que el 15% más rico. Fue durante nuestros Gobiernos que el pueblo aprendió a tener casa propia, empleo, a viajar en avión, a entrar en restaurantes. Aprendió a conquistar lo mínimo necesario. Para nosotros solo hay una manera de que Brasil crezca, incluir a toda la sociedad para que participe de la economía. Aquí siempre se ha gobernado para un tercio de la población. Nosotros osamos gobernar para el 100%.

¿Es la desigualdad el mayor problema de nuestro tiempo?
Sí, no es posible que después de que la humanidad haya conseguido producir más alimentos de los que consume que todavía tengamos mil millones de seres humanos que se acuestan cada noche sin tener que comer. Significa que necesitan dinero para comprar alimentos. Vemos a Trump hablando de proteccionismo cuando debería estar hablando de ayudar al mundo pobre a desarrollarse.

¿Por qué aún existe esa desigualdad tan grande con los negros y pobres en Brasil?
Por primera vez, gracias nuestra política de inclusión social, los negros y mestizos son el 51% en las universidades. Eso es una conquista. Y los datos muestran que fue con nuestro Gobierno con el que logramos la posibilidad de hacer una segunda revolución para poner fin a la esclavitud.

Pero aún queda mucho por hacer…
Queda mucho por hacer en todo el mundo, no solo en Brasil. Ahora sigo el fútbol en España, Italia e Inglaterra, y de vez en cuando veo escenas horrorosas en las que falsos blancos llaman “monos” a los negros.

¿Cuál es su receta para América Latina, con todo lo que está ocurriendo en Colombia, Chile y Bolivia?
Es necesario que América Latina viva más tiempo de democracia para que podamos construir instituciones sólidas. Un país no va a ningún lado con un golpe cada 10 o 15 años. No es posible lo que acaba de ocurrir en Bolivia. Evo Morales logró ser el presidente más longevo de Bolivia, con el mayor crecimiento de la región y la mejor transferencia de renta… ¿Por qué el golpe? Creo que el mejor modelo es el de Brasil. Eres presidente, puedes tener una reelección, punto. No necesitas dos. La alternancia es importante Fui el primer obrero en llegar a la presidencia. Y Evo Morales, el primer indio en Bolivia. Ahora, la élite aquí no sabe vivir con la democracia si no está en el poder, lo que es lamentable.

¿Aquel Brasil que se codeaba con los grandes tenía pies de arcilla?
Esa es la gran autocrítica de la élite brasileña, que destruyó el sueño del pueblo brasileño de transformarse. Éramos el pueblo más optimista del mundo. Nos llevábamos bien con los socialistas y conservadores de España, de Francia, de Inglaterra, de Alemania, me llevaba bien con Bush y con Obama, con los chinos y los rusos. Brasil es un constructor de consensos, de paz. Ese era su papel en América Latina. No tenía que pensar en crecer solo, tenía que pensar en crecer trayendo a todos los países con los que tiene frontera. Yo tenía mucho cuidado con América Latina porque a EEUU no le gusta que ningún país de América Latina sea protagonista político.

Eran otros tiempos, de sociedades cada vez más abiertas, de avance de derechos de las minorías. Ahora hay un claro retroceso, ¿Le ha sorprendido?
Sí, y este retroceso se debe en gran medida al comportamiento de los medios. Porque aquí en Brasil durante años, los medios de comunicación han instado a la sociedad a negar la política. Y cuando niegas la política, lo que viene es mucho peor. Así nacieron el nazismo y el fascismo.

He conocido a muchas personas que votaron por usted y ahora le odian. Están defraudados con la corrupción del PT. No esperaban esto de ustedes, ¿qué les diría?
¿Por qué cree que comencé la entrevista diciéndole que quiero demostrar mi inocencia? Si ve televisión, te darás cuenta de que durante más de cuatro años todos los días, en los principales periódicos del país, me venden como si fuera corrupto.

Usted tiene nueve casos pendientes además de dos condenas.
Puede haber 20 casos. Lo que se juzga es el mandato de Lula. Y quiero que se juzgue para que la gente entienda lo que sucedió en ese país.

¿Por qué está Brasil tan polarizado?
Usted es de España, que ha estado polarizada durante un siglo. El continente europeo ha estado polarizado durante un siglo. Alemania, Inglaterra, Suecia, Finlandia, Italia … han estado polarizados durante un siglo.

Pero ahora aceptan al adversario, no es un enemigo.
No es que Brasil esté polarizado, está polarizado todo el mundo. Creo que eso es un desafío para los políticos de todo el mundo. Restablecer la civilidad, el sentido común. Las personas necesitan aprender a convivir democráticamente en la adversidad.

¿Usted puede convivir con el presidente Bolsonaro?
No necesito que Bolsonaro me guste para respetar la institución de la presidencia de la República. Ni él necesita que yo le guste para respetarme como ser humano. No quiero casarme con mi adversario político, me basta con ser civilizado. Discutir es un tema extra.

Y ahora que está libre, ¿ha ido a un parque, una playa, algún lugar abierto?
Me cuido desde hace 30 años. No he estado en un restaurante, en un bar de noche, en 30 años. La mayor seguridad que puede tener un político es no ir a ningún lado que pueda facilitar que ocurra alguna cosa.

Y el sucesor, ¿para cuándo?
No lo sé. En el PT hay buenos cuadros, como en otros partidos. Es muy posible que surja alguien en mejores condiciones físicas, de salud e intelectuales para ser candidato.

¿Las alianzas serán solo con la izquierda o también con el centro?
Creo que el PT no tiene que aliarse con la derecha. Puede hacer alianzas con sectores de la izquierda y con algunos políticos de centro, como yo hice en 2002 y en 2006. No hay problema. Debemos dar prioridad a una alianza con la izquierda. Mire España. Ahora el PSOE y Podemos lo han conseguido. Es bueno. Lo desagradable es ganar y no poder formar un Gobierno. Y luego tienes que demostrar que eres capaz de ejecutar el programa por el que te han votado.

Ahora viene la parte difícil, la de negociar el programa.
Ahí, la política es importante. Y eso no se aprende en ninguna universidad. Puedes estudiar 30 años en Harvard que no lo vas a aprender. Hay que tener inteligencia, percepción, intuición.

¿Cuándo empieza esa gira que anuncia por el país?
Ahora descansaré un poco en mi libertad hasta Navidad. Después, tengo que encontrar casa y me voy a casar.

¿Cuándo?
Cuando tenga tiempo.

¿Antes de Navidad?
No da tiempo. Tengo que prepararme.

¿Confirma que Chico Buarque va a ser su padrino?
No hay nada concretado pero sería un orgullo. No hay fecha pero habrá boda.

¿Aquí en São Paulo?
No sé. La invitaré.

El País