15 de noviembre de 2018

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Manuel Serrano: Jair Bolsonaro ha sido elegido nuevo presidente de Brasil. ¿Qué supone su elección para su país, para América Latina y para el futuro de la democracia en la región?
Reginaldo Nasser: Cuando le preguntaron al expresidente Nixon, en la década de 1970, si temía que Brasil se convirtiera en una “nueva” Cuba, él respondió que no.
Dijo que, de hecho, temía que Brasil pudiera convertirse en una “nueva” China. Está claro que la elección de Bolsonaro tendrá consecuencias para todos los países de la región, aunque cada país presenta una serie de particularidades en cuanto al papel de los militares, las élites y demás sectores de la sociedad.

La dictadura en Brasil siempre fue algo a evitar para, de alguna forma, permitir una conciliación entre las distintas clases sociales, contrariamente a lo que ocurrió en países como Argentina o Chile.

Se trata pues de un tema por resolver que ha vuelto con una fuerza nunca vista. Aunque parece que se trata de una ola transitoria, lo será solo si hay resistencia y movilización y si éstas cuentan con aliados internacionales.

Manuel Serrano: Varios analistas describen al nuevo presidente como el “Trump de los Trópicos”. Sin embargo, usted escribió recientemente que “Bolsonaro intenta mimetizar el lenguaje y el estilo de Trump, pero parece olvidarse de que no está al frente de una potencia mundial”. ¿Dónde empiezan y acaban las similitudes entre uno y otro?
Reginaldo Nasser: Por ahora, las comparaciones que podemos hacer son en relación a la campaña electoral. Es muy probable que Bolsonaro decida, cuando esté en el gobierno, continuar imitando el estilo de Trump de desprecio a los grandes medios de comunicación.

Y que use Twitter como un medio de comunicación informal, con frases polémicas y chocantes, ya que ayudan a desviar la atención de los problemas del país.

Manuel Serrano: ¿Qué le parece el nombramiento del juez Sergio Moro como ministro de la justicia? ¿Estamos hablando del “fraude del siglo”? ¿Pone esto en duda la operación Lava-Jato y la imparcialidad del sistema judicial brasileño?
Reginaldo Nasser: Creo que el nombramiento del juez Moro como ministro de justicia forma parte de un plan que viene de lejos. Y, como en un gran rompecabezas, las piezas van encajando poco a poco. Todo empezó con el mensalão, y todo lo que vino a continuación ha ido en la dirección del objetivo principal: impedir que el PT llegara al poder.

El golpe contra la presidenta Roussef demostró que amplios sectores de la sociedad se articularon con diferentes estructuras del Estado – policía, poder judicial, parlamento – para alejar al PT del poder sirviéndose de la constitución y las leyes.

La prisión de Lula lo confirmó. El vicepresidente electo, el general Mourão, ha afirmado que el juez Moro fue consultado durante las elecciones.

Manuel Serrano: El programa de Bolsonaro incluye medidas que van en contra de los derechos que figuran en la Constitución Brasileña. El derecho a la vida, por ejemplo, se vulneraría si se permitiera a los policías “matar a voluntad” en el ejerciucio de sus funciones. ¿Cree que el Supremo Tribunal Federal será capaz de impedir que el presidente viole los derechos fundamentales de los brasileños?
Reginaldo Nasser: Creo que el gobierno Bolsonaro encontrará resistencia en el poder judicial, sobre todo en el Supremo Tribunal Federal (STF). Recientemente, la ministra Carmen Lúcia determinó, por vía de una decisión preliminar, que la única fuerza legitimada a “invadir una universidad es la de las ideas libres y plurales”.

La decisión garantiza así la libre manifestación de pensamiento e ideas frente a las decisiones de los jueces electorales, que autorizaron la búsqueda y requisamiento de panfletos y materiales de campaña en las universidades y asociaciones de docentes y que prohibieron clases con temática electoral, así como reuniones y asambleas de carácter político.

Se trata sin duda de una decisión positiva, pero que demuestra que hay sectores dentro del Estado que atentan sistemáticamente contra el estado de derecho.

Manuel Serrano: ¿Cómo ha sido posible que la extrema derecha haya llegado al poder en Brasil? ¿Cuáles fueron los principales catalizadores de este resultado?
Reginaldo Nasser: Hace ya tiempo que vengo analizando el tema de la contrarrevolución, que es algo que se estudia muy poco actualmente.

Si analizamos con atención las obras de Marx, tales como el Manifiesto del Partido Comunista y El 18 Brumario de Luis Bonaparte, apreciaremos la preocupación de Marx por la contrarrevolución.

Debemos ser conscientes de que la contrarrevolución existe independientemente de que la revolución haya tenido éxito o no.

En Brasil, lo que hubo fue un proceso que, tímidamente, y de forma conciliadora, promovió la lucha contra la pobreza y el acceso de los menos pudientes a la educación superior.

Y que permitió ganancias importantes a las empresas y al sector financiero. Sin embargo, esta pequeña revolución despertó una reacción cuando se dieron las circunstancias propicias. Algo que sucede casi siempre en épocas de crisis económica.

Fue en ese momento cuando las élites llegaron a un acuerdo de consenso: poner fin a la era del PT. Lo que ocurrió fue que, durante ese movimiento, la extrema derecha avanzó más allá de lo que muchos esperaban.

Muchos periodistas, políticos e incluso algunos activistas que ayudaron a fomentar el antipetismo lamentan hoy su decisión. Pero no debemos engañarnos: esos sectores van a acomodarse si las cosas “van bien”.

Manuel Serrano: Polarización, ataques a la prensa, militares en el gobierno. ¿Es así como se suicidan las democracias?
Reginaldo Nasser: Cuando analizamos los avances y retrocesos de la historia, hay que ubicar siempre correctamente la situación.

Es incuestionable que la constitución de 1988 y el proceso de movilización social y política tras la dictadura cívico-militar supusieron avances importantes y la emergencia de una serie de movimientos sociales, como el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) y el Movimiento de los Trabajadores sin techo (MTST).

Sin embargo, al mismo tiempo, la democracia se fue deteriorando con el tiempo de distintas maneras.

Pese a los avances logrados durante los gobiernos del PT, Brasil es hoy un país extremadamente desigual y violento, en el que los que pagan la cuenta suelen ser los más vulnerables.

Lo que está aflorando ahora es la punta del iceberg de la reacción de los sectores más conservadores ante los años de progreso.

Estamos asistiendo a como algunos grupos buscan un ajuste de cuentas: contra las universidades, contra los movimientos LGBT, contra la libre manifestación de ideas.

Manuel Serrano: Hace un año, discutíamos sobre las noticias falsas y la parcialidad de los medios de comunicación en Brasil. ¿Qué influencia tuvieron ambos factores en estas elecciones?
Reginaldo Nasser: En realidad, de lo que discutíamos era de las grandes corporaciones mediáticas.

En estas últimas elecciones, las redes sociales, principalmente WhatsApp, han sido decisivas. Muchos analistas comentaban que la candidatura de Bolsonaro no despegaría, ya que no disponía de espacios ni tiempo suficiente en el horario electoral de los medios.

Pero sus partidarios, anclados en una industria muy bien organizada, tuvieron una influencia decisiva.

La periodista de Folha de São Paulo, Patrícia Campos Mello, reveló cómo se usaron fake news para potenciar la campaña de Bolsonaro.

Las elecciones también evidenciaron la incapacidad de las instituciones de justicia para contener este tipo de acciones.

En diciembre de 2017, un reportaje de BBC Brasil reveló que se vienen usando estrategias de manipulación electoral y de la opinión pública en Brasil desde 2012 ante la pasividad de las autoridades.

Manuel Serrano: Pepe Mújica recuerda que “no hay derrota o triunfo definitivo”. ¿Qué puede hacer la oposición, y todas aquellas personas que defienden los derechos humanos, para conseguir que Brasil siga siendo la mayor democracia de América Latina?
Reginaldo Nasser: Es comprensible que haya quienes entren en pánico ante la elección de alguien que emplea un tono belicista y amenaza a sus críticos. Algunos se acuerdan de 1964, y con razón, ya que Bolsonaro ha hecho constar su elogio de un símbolo de la tortura en Brasil: el coronel Ulstra.

Los más jóvenes parecen sorprendidos: a fin de cuentas, la dictadura ¿no era cosa del pasado? Es preciso estar alerta, pero no podemos permitir que el miedo nos paralice – ese es precisamente el objetivo del terror.

Tampoco debemos olvidar que el candidato ganador tuvo alrededor del 40% de los votos totales. Y que, excluyendo los votos nulos, en blanco y de aquellos que no le votaron, Bolsonaro obtuvo 55% de los votos contra los 45% de Haddad.

Los votos del candidato del PT procedían, en su mayoría, del noreste del país, de los más pobres y de las mujeres.

La sociedad brasileña está dividida y debemos ser conscientes de que el PT venció cuatro elecciones presidenciales seguidas, y que muy probablemente hubiera vencido las de este año si Lula hubiera podido presentarse.

Creo que se trata de un hecho inédito en Brasil, y posiblemente en el mundo, donde alternancia de poder entre partidos suele ser la norma.

Es necesario, por lo tanto, diferenciar el discurso de las acciones, aunque las palabras y los gestos acaban por configurar una estado de opinión en la sociedad que alienta a las personas a actuar por su cuenta.

Hay elementos y gestos en los discursos de Bolsonaro que son típicos del fascismo. Pero, hasta el momento, no se puede hablar de que exista un conjunto organizado de acciones fascistas.

Creo que él va a intentar actuar “dentro de la ley”, ya que existe una estructura institucional permisiva dentro del Estado que le va a permitir llevar a cabo una verdadera “caza de brujas”.

De ahí la importancia de la comunidad internacional y la presión que pueda ejercer. Si convenimos que la acción de la extrema derecha tiene características marcadamente internacionales, lo mismo debe ocurrir con la lucha democrática.

 

 

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